La ciudad, llamada Thysdrus, fue fundada, seguramente, por
los fenicios. Situada en una zona agrícola pobre no conoció un desarrollo
importante durante la época púnica. Tampoco debió ser importante durante los
primeros siglos de la dominación romana, como se deduce del humilde tributo que
pidió César a la ciudad durante la guerra de África. A partir del siglo II con
la introducción a gran escala del cultivo del olivo, la ciudad adquirió mayor
importancia y se convirtió en capital comercial del aceite. Thysdrus disputó a
Hadrumet el segundo rango después de Cartago. La ciudad alcanzó su apogeo
durante la primera mitad del siglo III cuando unos comerciantes enriquecidos
edificaron suntuosas casas en las que se han encontrado magníficos mosaicos.
Numerosos monumentos públicos fueron construidos en esa época, de los que
destaca, sin duda alguna, el anfiteatro, con una imponente arquitectura que
superó las vicisitudes del tiempo. Construido durante la cuarta década del
tercer siglo, tenía una capacidad de 30.000 espectadores
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