El anfiteatro romano de El Jem es, sin duda, uno de los
monumentos romanos más famosos de Túnez. Su impresionante arquitectura destaca
majestuosamente entre las casas bajas de la ciudad. Ocupa el séptimo rango
mundial después del de Roma, Capue, Milano, Autum, Verona y Cartago. La
construcción, de forma elíptica, tiene 36 m. de altura y sus dimensiones son de
148 m. por 122 m.; la arena mide 65 m. por 39 m. Tenía tres pisos con 60
arcadas corintias. Bajo el suelo de la arena tiene dos galerías en forma de
cruz bordeadas de celdas abovedadas destinadas a los combatientes y a las
fieras. El coliseo no tiene un podium que separaba a los espectadores de la
arena. El acceso al anfiteatro se hacía por la planta baja a través de grandes
arcadas, sobre las cuales había una inscripción simbólica (león, mujer, etc.)
que correspondía a un barrio concreto de la ciudad, de manera que los
espectadores debían entrar y salir por la puerta que les estaba asignada, de
ese modo se evitaban aglomeraciones. Esas mismas arcadas conducen a unos
pasillos paralelos al perímetro de la arena de los que nacen unas escaleras que
conducen a los tres pisos y desembocan en las gradas. Su arquitectura es
imponente por el tipo de material utilizado para la construcción: arenisca de
la zona de Mahdia, una piedra resistente y fácil de tallar. El coliseo fue
concebido para servir de marco a unos espectáculos sangrientos oponiendo
gladiadores y fieras o bien condenados a muerte, casi desarmados, a adversarios
armados o a fieras. Si estos condenados a muerte lograban sobrevivir, al cabo
de tres años, se les concedía la libertad y se beneficiaban de una pensión. Durante
su historia, el anfiteatro ha inspirado varias leyendas:
- Por ejemplo, que en el interior del coliseo hay un tesoro
escondido; la joven de El Jem capaz de matar a un cordero y de hacer de su
carne un buen cuscus (plato típico tunecino), y de su lana una bonita alfombra,
encontrará ese tesoro (aprovechar sus viaje y manos a la obra que todavía el
tesoro está sin encontrar).
- Los habitantes de El Jem creían que el mero hecho de
edificar sus casas con unas piedras del anfiteatro alejaría los escorpiones y
las serpientes venenosas.
- Otra leyenda acerca del anfiteatro está relacionada con la
Kahena, la legendaria reina berebere que se opuso a la invasión árabe, para lo
cual aplicó la táctica de la «tierra quemada» e incineró 150.000 hectáreas de
olivos de El Jem. La Kahena, con sus combatientes, se refugio en el interior
del edificio y los árabes, que lo habían sitiado, pretendían forzarla a
rendirse por falta de agua y de víveres. Sorprendentemente se cuenta que la
reina aparecía mostrando unos peces vivos, de lo cual se deduce que existía un
túnel comunicando el anfiteatro con el mar.
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